30 octubre 2011

Tres artículos sobre la primavera árabe

Tres visiones sobre el impacto del islam político en los países de la Primavera Árabe publicados en El País:

Cómo los islamistas, perfectamente organizados, se han aprovechado de las revueltas desorganizadas para encaramarse al poder. Se han propuesto demostrar sus convicciones democráticas, pero sólo se trata de una táctica. El problema del islam es que intenta adaptar la modernidad a sus preceptos, no al revés. Es necesaria una auténtica revolución, una que cambie los esquemas de pensamiento, como la Revolución Francesa. Ganarán los islamistas en Túnez y Egipto, pero debe quedar claro que por el mero hecho de ganar unas elecciones no se tiene carta blanca para volver a la Edad Media.

Cómo el islamismo, durante décadas opositor de las dictaduras del mundo árabe, es el principal beneficiario de las revueltas. Miedo entre los árabes laicos a que el islamismo imponga su visión tradicionalista en las nuevas sociedades.

De cómo los islamistas wahabbistas han pervertido la idea del islam, convirtiéndolo en una doctrina fascista. Islam y política no deben mezclarse. El islam político se basa en tres ideas que el autor critica: la conspiración imperialista, que hay que imponer la ley de Dios para no ser infieles, y que el islam impone una determinada visión de gobierno. Es necesario combatir a los fascistas religiosos.





24 octubre 2011

Reacciones a la muerte de Steve Jobs

Steve Jobs, la cabeza pensante detrás de Apple, ha muerto a los 56 años de edad, víctima de un cáncer pancreático que padecía desde hace tiempo. Lamento la pérdida de un hombre que, guste o no, ha hecho historia en el mundo de la tecnología informática. Pero no es de Jobs mismo de lo que quiero hablar.

Luis Alfonso Gámez, conocido escéptico, escribió un artículo denunciando que Steve Jobs fue víctima de las terapias alternativas, y que fue su confianza en las mismas lo que le llevó a la tumba. A Jobs le diagnosticaron un tipo raro de cáncer de páncreas. Normalmente, un cáncer de páncreas significa una sentencia de muerte. Sin embargo, el que padecía Steve Jobs era un tipo infrecuente de cáncer que se puede operar y que tiene unas tasas de supervivencia mucho más altas. Pero, nos cuenta Gámez, en lugar de someterse a la cirugía, Jobs optó por seguir un tratamiento alternativo, a base de dieta, para combatir el cáncer. Sólo nueve meses más tarde accedió a someterse a una operación. Este retraso, sostiene Gámez, resultó fatal para el desarrollo del cáncer de Jobs.

En general, me gusta bastante Gámez, y lo considero uno de los pocos luchadores contra las pseudociencias en España. Así que di plena credibilidad a la historia: al fin y al cabo, no es la primera vez que vemos a un famoso, aun uno muy inteligente, caer en manos de "médicos alternativos" y pseudocientíficos de toda clase.

Pero entonces me encontré con otra reacción a la muerte de Jobs, esta por parte de un médico (David Gorski) cuya oposición a la "medicina alternativa" es incuestionable. La historia que cuenta es más compleja (y más larga): efectivamente, a Jobs le diagnosticaron sí un tumor neuroendocrino, más benigno que el letal adenocarcinoma que la mayoría con menos suerte suele padecer. Y efectivamente, Jobs tomó la mala decisión de esperar nueve meses recurriendo a una inútil dieta para combatir el tumor, en lugar de someterse a cirugía inmediatamente. Lo que no está tan claro es que el retraso agravara o causara su muerte. Los detalles se los dejo a David Gorski, que es el que sabe de esto.



Baste decir que la muerte de Jobs ha servido de inmediato de campo de batalla para los defensores y los oponentes de la "medicina alternativa". Los defensores de los enemas de café y los tratamientos "naturales" no han tardado en culpar a la medicina "convencional" de causar la muerte de Jobs mediante radioterapia y tratamientos químicos (a los que Jobs por otra parte nunca se sometió porque no estaban indicados para su cáncer). Por otra parte, los críticos de las "medicinas alternativas" se han (nos hemos) lanzado a culpar rápidamente la dieta "alternativa" de Jobs como un elemento fatal en el desarrollo de su enfermedad. Y nosotros también hemos metido la gamba en este caso.

Porque no se puede aceptar como verdadera la proposición "A Steve Jobs lo ha matado su fe en las terapias alternativas" si no es claramente verdadera, por mucho que lo sea en otros casos y por mucho que estemos de acuerdo en que la fe en las terapias alternativas muchas veces mata. Este caso es una de esas "espirales felices de la muerte" de las que habla Eliezer Yudkowsky.

Conocemos todos el peligro que representan los prejuicios. Están relacionados con la tendencia a buscar evidencia que verifique nuestras ideas preconcebidas: si yo pienso que algo es cierto, entonces buscaré aquella evidencia que sea congruente con mi idea preconcebida. A medida que tal idea recibe apoyo (aparente), nos parece más y más cierta, con lo que más y más cosas se tienden a ver como apoyo a la misma...

Pero si encima esa idea preconcebida es una idea que nos hace sentir bien: "estoy siendo racional porque es racional rechazar la superchería", corremos el riesgo de, oh suprema ironía, dejar de ser racionales. A medida que nos autoreforzamos por creer en una determinada idea, el motivo para creer en ella por su validez para predecir eventos disminuye: acabamos creyendo en la idea simplemente porque queremos creer en ella (por su valor reforzante), e interpretamos más y más hechos en favor de dicha idea. Cuando una idea es tal que cualquier cosa positiva que se diga de ella es automáticamente dada por válida, estamos ante una espiral feliz de la muerte. (Existe por supuesto la contrapartida: la espiral del odio, cuando tenemos una idea de la cual podemos creer cualquier cosa negativa que se diga).

La idea preconcebida: "Ah, por supuesto que [famoso de turno] ha sido víctima de la superchería. Todos esos ricachones neohippies creen que saben más que los médicos. Bueno, otro que ha recibido su merecido". Da igual que no parezca haber gran relación entre el retraso de Jobs y el desarrollo de su cáncer. Da igual que el tipo luego se sometiera a la cirugía y a los tratamientos que recomendaban sus médicos, da igual todo eso. Lo importante es señalar lo terrible que son las mal llamadas terapias alternativas, aunque sea necesario tergiversar los hechos en este caso concreto.

Pienso que esta forma de proceder es una tragedia por dos razones. En primer lugar una traición a los principios de evidencia y racionalidad que decimos defender. Si la evidencia en este caso concreto es dudosa, no podemos tratarla como sólida sólo porque en otros casos lo es. En segundo lugar, por desgracia abundan los casos en los que las terapias alternativas han causado verdaderos daños. No es necesario fabricar o exagerar casos falsos para combatir la pseudomedicina, y hacerlo sólo puede devaluar los esfuerzos honestos que se hagan en ese sentido.

Si convertimos la "racionalidad" en un estandarte al que defender, en lugar de un método con el que luchar, habremos perdido la lucha contra la superstición sin haber presentado batalla.









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20 septiembre 2011

Los coletazos de las JMJ

Aún siguen los coletazos de las Jornadas Mundiales de la Juventud celebradas en Madrid en este pasado mes de agosto. A pesar de que ya no se habla apenas del asunto en los principales medios de comunicación, la batalla por la guerra de cifras y por determinar quién ha pagado las dichosas jornadas sigue en diversos medios y foros de internet.

Yo ya expresé mi opinión respecto a la visita del Papa, pero quiero resaltar aquí que el argumento económico en contra de dicha visita (y de las JMJ) me paree algo secundario. Por secundario no quiero decir que no sea importante. Por secundario lo que quiero decir es que el motivo por el que me parezca mal una (eventual) financiación con fondos públicos a la Iglesia Católica no es la financiación en sí, es a quién se está financiando. Y es ése el quid de la cuestión. Temo que el debate sobre las JMJ con los defensores de las mismas acabe en una simple guerra de contabilidad, olvidando las razones primarias que nos llevan a oponernos a la visita del Papa independientemente del asunto del dinero.

Y razones para oponerse a la Iglesia Católica actual y a este Papa en particular no faltan. Ésta es la Iglesia que se opone sistemáticamente al matrimonio homosexual, un matrimonio civil que en cualquier caso tampoco reconocería pero con el que tampoco se rasgan las vestiduras; ésta es la Iglesia que hace campaña contra el uso del preservativo en el África asolada por el SIDA, con el argumento de que su uso es inmoral y que encima es inefectivo para prevenir la enfermedad; ésta es la Iglesia que clama contra el relativismo moral y contra el laicismo y contra la pérdida de valores, que defiende que sin ella "la humanidad está perdida" y sin embargo protege a sacerdotes pederastas en todo el mundo con el argumento de que son "sólo" unas pocas ovejas descarriadas; ésta es en fin la Iglesia que se erige en un pedestal de inmundicia desde el que se atreve a darnos lecciones de ética y moralidad a los demás.

Ésta y no otra es la razón que debe llevarnos a protestar contra la visita del Papa; el que encima se haya financiado (si es que así ha sido) con dinero público sólo añade un poco más de desvergüenza a lo que ya es una ignominia. 

16 agosto 2011

No a la visita del Papa a Madrid

Considero que la idea de que las ideas han de respetarse simplemente porque sí es un error colosal; las personas son las que merecen respeto, y por supuesto las personas tienen todo el derecho de manifestar su posición religiosa. Pero de la misma manera, otras personas deben poder manifestar su oposición a tales posiciones religiosas.

Las ideas, por sí mismas, no merecen respeto. Ninguno. Las ideas están para ser cuestionadas, debatidas, enfrentadas, hasta la muerte o supervivencia de las ideas mismas. Debemos encontrar un sistema que nos permita criticar las ideas de los demás (incluso con firmeza, con burla y con sátira si se estima oportuno), siempre y cuando nos abstengamos de prender fuego o causar un daño personal a las personas que las sostienen.

Considero un terrible error la tendencia a interpretar el significado de "tolerancia" como respeto acrítico de las ideas; no, la tolerancia es que se te permita tener ideas contrarias a las de la mayoría sin temor a ser asaltado físicamente por ello. Y no es moco de pavo. En los tiempos en los que la organización del que próximamente nos visita tenía carta blanca en Europa, había gente que era torturada y asesinada por defender una postura discrepante. Hemos avanzado mucho desde entonces, hasta tal punto que damos por sentado el que a nadie se le debe torturar por sus ideas. Tanto es así, que hemos acabado pensando que "tolerancia" tenía que significar algo más que eso. Que tendría que significar que toda persona debía quedar protegida de escuchar cosas que no quisiera oír, bajo el argumento del "maltrato psicológico". Y que por tanto la gente tendría un derecho a no ser ofendida por alguien que le llevara la contraria.

Evidentemente, el problema con esto es que se presta muy fácilmente a abuso: yo puedo decir que me ofende profundamente la visita del Papa (por ejemplo), y que exijo una indemnización por ello. Ridículo, evidentemente. Pero cuando alguna persona proclama que tal o cual manifestación ofende sus sensibilidades religiosas, ¿de pronto ya no es ridículo? Yo sostengo que lo sigue siendo. No solo que es ridículo, sino que es una forma muy conveniente de censura: puedo exigir que se censure todo aquello que me ofende. Y eso es precisamente la antítesis de la tolerancia.

En esta cuestión de las JMJ se mezclan varias cuestiones:
1. El que la financiación de las mismas se haga o no con subvenciones públicas, directas o indirectas (como las exenciones de impuestos),
2. El que el personaje en cuestión sea personalmente sospechoso de graves delitos (como el encubrimiento de casos de pederastia en el seno de su Iglesia durante décadas), y
3. La ideología católico-romana del que este señor es sumo pontífice, y que es susceptible de crítica con independencia de los puntos anteriores.

En cuanto al primer punto, poco que decir. No conozco las cuentas al detalle de la JMJ, sin embargo sí que parece evidente que buena parte de la financiación de las mismas ha sido mediante ayudas indirectas del Estado: uso de instalaciones públicas como colegios e institutos, exenciones fiscales, etc. Se verán las cuentas pasadas las jornadas, pero lo que sí es innegable es que a la Iglesia Católica se la financia muy abusivamente en general con exenciones de impuestos y ayudas del Estado. Que puede ser relevante para estas JMJ, o no.

En cuanto al segundo punto, esto ya es más grave. El señor Joseph Ratzinger (Benedicto XVI para sus amigos) es sospechoso de haber colaborado en el encubrimiento de gravísimos casos de pederastia en el seno de su Iglesia. Como mínimo, sospechoso de haber mirado para otro lado cuando obispos de distintas diócesis denunciaban (dentro del seno de la Iglesia, para qué llamar a la policía) casos de sacerdotes abusivos. Estos son hechos que deberían ser firmemente investigados, y que cualquiera que se considere católico debería estar más que interesado en esclarecer, y no encerrarse en una fanática defensa del líder del culto como si estos casos no existieran.

Y finalmente, en cuanto al tercer punto, son de sobra conocidas las posturas de una Iglesia que prefiere difundir mentiras sobre la eficacia de los preservativos en África que apoyar una medida que paliaría la propagación del SIDA, que ayudaría a controlar la natalidad, y reduciría la mortalidad infantil; son conocidas también sus posturas en torno a los homosexuales, a los que tacha de desviados y pervertidos; son conocidas sus posturas en torno al laicismo, que considera "beligerante" y una enfermedad del "relativismo moral", básicamente equiparable al nazismo o al comunismo.

Bien, pues el 17 de agosto yo estaré a las 19:30 en la Plaza de Tirso de Molina para decirle al señor Ratzinger:
1. Que no aceptamos que se sufrague un acto religioso de unos con el dinero de todos,
2. Que debe responder a la justicia por el encubrimiento de los casos de pederastia de sacerdotes de su Iglesia, y que
3. Que su "moral cristiana" del siglo XVII que viene a traernos a Madrid está a años luz de la sociedad española y europea del siglo XXI.

Por todo esto: NO A LA VISITA DEL PAPA A MADRID.

03 julio 2011

HBES - Impresiones generales







Por fin un momento de parada! El congreso ha sido en plan torbellino, un no parar de conferencias y charlas y alcoholes. Es lo que ocurre cuando uno se encuentra con gente a la que no veía desde hacía como poco un año. En el aspecto social, no ha faltado de nada.

Ya habrá tiempo para discutir algunas de las propuestas en detalle, pero de momento algunas impresiones generales: La Human Behavior and Evolution Society (HBES) tiene bastantes más seguidores que la International Society for Human Ethology. Si en los congresos de esta última asisten unas 140-160 personas, en HBES debíamos ser cerca de 400. El nivel de los asistentes fue muy alto: asistieron incluso leyendas como John Tooby y Leda Cosmides (y su hija tardoadolescente con cara de aburrimiento), Sarah Hrdy o Karl Grammer, por nombrar a algunos.

Lo que sigue siendo una pena es que en un congreso internacional de estas características los españoles estén completamente ausentes: el más español de allí era un servidor, para que vean. La fusión de biología evolutiva tiene más adeptos (y más fondos) en países como Brasil (con nada menos que 20 delegados), Chile o incluso Perú antes que España. Los evolucionistas en este país somos cuatro y debe ser que nos miramos el ombligo.

En breve publicaré un breve resumen de las ponencias a mi juicio fueron más interesantes.

Nos leemos.


28 junio 2011

Highway to HBES







Escribo desde Lérida, camino de Montpellier, donde a partir de mañana se celebrará el 23º Congreso de la Human Behavior and Evolution Society. La HBES es la sociedad fundamental para el desarrollo de la Psicología Evolucionista (o Evolutionary Psychology) y otros enfoques evolutivos de la conducta humana.

Por primera vez en años, asisto a un congreso sin tener nada que presentar; espero poder aprovechar el tiempo para reportar diariamente lo más interesante del congreso.

22 abril 2011

Paranoia, paranoia

Recientemente, se ha conocido que Apple registra en los iPhones información sobre la localización del usuario en un archivo sin encriptar pero oculto en el iPhone. De este archivo se guarda una copia en el ordenador cada vez que se sincroniza con el iPhone. El archivo contiene datos sobre las coordenadas geográficas en las que ha estado el usuario, sacados de las antenas de telefonía a las que el teléfono se ha conectado. Por lo que se sabe, el archivo se limita a quedarse en la memoria del ordenador y del iPhone, no siendo nunca transmitido a Apple ni a terceros. Pero hace posible, para cualquiera que pueda tener acceso a tal archivo, recopilar fácilmente la información acerca de dónde se ha encontrado un usuario. Los ingenieros que han destapado el asunto, antiguos ingenieros de Apple, han diseñado una aplicación para Mac OS X para abrir y, eventualmente, borrar el archivo en cuestión.

A raíz de esto, que naturalmente es un faux pas por parte de Apple, pero nada más, se ha desatado la habitual histeria paranoide de que "las corporaciones nos vigilan". Usuarios celosos de su privacidad han puesto el grito en el cielo ante lo que interpretan como una incursión intolerable en su vida privada. Y la verdad, yo no veo el motivo de tanta paranoia.

Todos los que usamos internet en algún momento podemos ser rastreados. Todos los que pagamos impuestos, compramos una casa, tenemos una cuenta bancaria, usamos tarjetas, etc. estamos generando datos que van a parar a alguna parte y al que alguien, en principio, podría tener acceso para saber qué es lo que estamos haciendo y dónde (e incluso, con quién). La alternativa es realmente irse a vivir a una cabaña en el bosque, y aún así no estoy seguro de que se pueda desaparecer por completo.

Entiendo que existan personas que necesiten guardar celosamente la información de dónde se encuentran. Políticos, policías, mafiosos, y otras gentes de mal vivir me vienen a la cabeza. Pero la inmensa mayoría de la masa estamos protegidos por una poderosa defensa: el anonimato que proporciona ser uno de entre cientos de millones de personas. ¿A quién le importa dónde ha estado este mono? Igual que a este mono le da igual que sepan dónde ha estado. Es por eso que la mayoría de la gente no tiene problemas en subir fotos de sus vacaciones a Facebook, o postear en Twitter, o usar cualquier otra de las redes sociales. Incluso los paranoicos extremos que se niegan a usar las redes sociales recurren al email, con el que sigue siendo posible localizar desde dónde lo han enviado. Pero es inconsistente ponerse paranoico por la existencia de un registro de localización en tu iPhone/ordenador que no se envía a ninguna parte, y usar las redes sociales y otras aplicaciones de internet que sí transmiten información de qué, cuándo y dónde está haciendo cada uno.

Paranoias, las justas.