10 diciembre 2009

Sarkozy y el Islam

El presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, ha planteado qué papel debe jugar el islam en la sociedad francesa del siglo XXI. Naturalmente, al tocar sin ambages un tema tan controvertido ha desatado la polémica en los dos polos habituales:

Por un lado, los defensores del multiculturalismo, que consideran las declaraciones del presidente como inoportunas, cuando no claramente racistas. Y por otro lado la derecha xenófoba que ha acogido esas mismas palabras con satisfacción y alegría.

ElPaís resume en su artículo las tesis principales que defiende el presidente. Voy a tratar de dar mi punto de vista personal a cada una de ellas:



- Deberes. "Corresponde al que acoge reconocer lo que el otro puede aportar; y corresponde al que llega el respeto del que tiene delante. Corresponde al que acoge compartir su herencia, su historia, su civilización y su arte de vivir. Corresponde al que llega tener voluntad para insertarse sin brutalidad en esa sociedad que va a contribuir a transformar".


Estoy de acuerdo con que los inmigrantes tienen el deber de integrarse en la sociedad a la cual se incorporan, y que si es necesario deben modificar sus valores y costumbres para hacerlos compatibles (que no es lo mismo que iguales) con los del resto de la sociedad. Valores como tolerancia, respeto por lo diferente y pluralismo no pueden asumirse sin más que sean parte del bagaje cultural del inmigrante; aquellos que procedan de culturas en los que dichos valores no están garantizados deberán aprender a adoptarlos.

Sin embargo, Sarkozy se olvida de otro deber importante: "los que acogen" deben estar dispuestos (y no siempre lo están) a hacer un esfuerzo para contribuir a la integración de estos "que llegan". Y contribuir a la integración no puede ser sólamente dar una especie de "manual de comportamiento" al inmigrante, un set de reglas que tienen que cumplir una vez que llegan. Contribuir a la integración es asumir que el inmigrante es un ciudadano más, y que como tal debe ser tratado. Un inmigrante debe tener los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro ciudadano del Estado.

- Laicidad. "No es el rechazo de todas las religiones, sino el respeto a todas las creencias".


En completo desacuerdo. La laicidad es la independencia del Estado con respecto a las convicciones religiosas (o la falta de ellas). Significa simplemente que el estado no debe interferir en materia religiosa, sea en contra o a favor de una determinada denominación. Esto incluye el "respeto" - el estado debe respetar el derecho de sus ciudadanos a profesar la convicción religiosa que prefieran (o a no profesar ninguna), lo cual es bien distinto de respetar las distintas creencias.

- Islam. "La civilización cristiana ha dejado una huella tan profunda ligada a los valores de nuestra República que todo (...) desafío, condenaría al fracaso la instauración del islam".


Es cierto que "la civilización cristiana ha dejado una huella [...] profunda" en la República francesa y en el resto de Europa, pero eso no significa que esa huella halla sido positiva. Más bien al contrario: guerras de religión, inquisiciones, persecuciones religiosas, son todas el legado de esa "huella" cristiana. Precisamente los valores de la Ilustración en los que se basa la idea de Europa (ciudadanía, pluralismo, igualdad, libertad, fraternidad) son valores que se oponían al dogmatismo religioso y que fueron fuertemente combatidos por aquellos que seguían aferrándose a la idea de una Europa cristiana.

Invocar la "identidad cristiana" de Francia o Europa como resistencia a la llegada del islam es recuperar el espíritu de cruzada de tiempos medievales. La respuesta al islam no es el cristianismo, sino el laicismo. Cristianos y musulmanes (y judíos, e hinduístas, y confucianos, y animistas...) deben aprender que sus creencias religiosas, como cualquier otro tipo de creencias (políticas, económicas, filosóficas, deportivas...), no pueden considerarse inmunes a la crítica por parte de aquellos que no las comparten.

- Discreción. "Cristiano, judío o musulmán (...), todos deben evitar la ostentación y la provocación".


Esto es una especie de "estaos quietos y no molestéis". Como he dicho antes, todo el mundo tiene derecho a exponer sus ideas (religiosas o no), de la manera que considere adecuada. Este derecho debe ser compatible con las reglas del discurso público, uno de cuyos principios fundamentales es el de estar abierto a la crítica. Si alguien quiere llevar sus creencias religiosas a la plaza pública, tiene que aceptar el hecho de que habrá gente que critique esas creencias. Y si eso no le gusta, que las mantenga en la esfera privada. Lo que no puede ser es que se expongan argumentos que otros consideran ridículos y al mismo tiempo se pretenda gozar de inmunidad y exención de la crítica.

El tema de islam e inmigración es un tema que debe plantearse en serio en Europa. Desafortunadamente son muchos los que piden de boquilla que se abra este debate, sólo para caer en las posiciones preconcebidas habituales: xenofobia vs. buenismo, y así nos va.

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