16 agosto 2011

No a la visita del Papa a Madrid

Considero que la idea de que las ideas han de respetarse simplemente porque sí es un error colosal; las personas son las que merecen respeto, y por supuesto las personas tienen todo el derecho de manifestar su posición religiosa. Pero de la misma manera, otras personas deben poder manifestar su oposición a tales posiciones religiosas.

Las ideas, por sí mismas, no merecen respeto. Ninguno. Las ideas están para ser cuestionadas, debatidas, enfrentadas, hasta la muerte o supervivencia de las ideas mismas. Debemos encontrar un sistema que nos permita criticar las ideas de los demás (incluso con firmeza, con burla y con sátira si se estima oportuno), siempre y cuando nos abstengamos de prender fuego o causar un daño personal a las personas que las sostienen.

Considero un terrible error la tendencia a interpretar el significado de "tolerancia" como respeto acrítico de las ideas; no, la tolerancia es que se te permita tener ideas contrarias a las de la mayoría sin temor a ser asaltado físicamente por ello. Y no es moco de pavo. En los tiempos en los que la organización del que próximamente nos visita tenía carta blanca en Europa, había gente que era torturada y asesinada por defender una postura discrepante. Hemos avanzado mucho desde entonces, hasta tal punto que damos por sentado el que a nadie se le debe torturar por sus ideas. Tanto es así, que hemos acabado pensando que "tolerancia" tenía que significar algo más que eso. Que tendría que significar que toda persona debía quedar protegida de escuchar cosas que no quisiera oír, bajo el argumento del "maltrato psicológico". Y que por tanto la gente tendría un derecho a no ser ofendida por alguien que le llevara la contraria.

Evidentemente, el problema con esto es que se presta muy fácilmente a abuso: yo puedo decir que me ofende profundamente la visita del Papa (por ejemplo), y que exijo una indemnización por ello. Ridículo, evidentemente. Pero cuando alguna persona proclama que tal o cual manifestación ofende sus sensibilidades religiosas, ¿de pronto ya no es ridículo? Yo sostengo que lo sigue siendo. No solo que es ridículo, sino que es una forma muy conveniente de censura: puedo exigir que se censure todo aquello que me ofende. Y eso es precisamente la antítesis de la tolerancia.

En esta cuestión de las JMJ se mezclan varias cuestiones:
1. El que la financiación de las mismas se haga o no con subvenciones públicas, directas o indirectas (como las exenciones de impuestos),
2. El que el personaje en cuestión sea personalmente sospechoso de graves delitos (como el encubrimiento de casos de pederastia en el seno de su Iglesia durante décadas), y
3. La ideología católico-romana del que este señor es sumo pontífice, y que es susceptible de crítica con independencia de los puntos anteriores.

En cuanto al primer punto, poco que decir. No conozco las cuentas al detalle de la JMJ, sin embargo sí que parece evidente que buena parte de la financiación de las mismas ha sido mediante ayudas indirectas del Estado: uso de instalaciones públicas como colegios e institutos, exenciones fiscales, etc. Se verán las cuentas pasadas las jornadas, pero lo que sí es innegable es que a la Iglesia Católica se la financia muy abusivamente en general con exenciones de impuestos y ayudas del Estado. Que puede ser relevante para estas JMJ, o no.

En cuanto al segundo punto, esto ya es más grave. El señor Joseph Ratzinger (Benedicto XVI para sus amigos) es sospechoso de haber colaborado en el encubrimiento de gravísimos casos de pederastia en el seno de su Iglesia. Como mínimo, sospechoso de haber mirado para otro lado cuando obispos de distintas diócesis denunciaban (dentro del seno de la Iglesia, para qué llamar a la policía) casos de sacerdotes abusivos. Estos son hechos que deberían ser firmemente investigados, y que cualquiera que se considere católico debería estar más que interesado en esclarecer, y no encerrarse en una fanática defensa del líder del culto como si estos casos no existieran.

Y finalmente, en cuanto al tercer punto, son de sobra conocidas las posturas de una Iglesia que prefiere difundir mentiras sobre la eficacia de los preservativos en África que apoyar una medida que paliaría la propagación del SIDA, que ayudaría a controlar la natalidad, y reduciría la mortalidad infantil; son conocidas también sus posturas en torno a los homosexuales, a los que tacha de desviados y pervertidos; son conocidas sus posturas en torno al laicismo, que considera "beligerante" y una enfermedad del "relativismo moral", básicamente equiparable al nazismo o al comunismo.

Bien, pues el 17 de agosto yo estaré a las 19:30 en la Plaza de Tirso de Molina para decirle al señor Ratzinger:
1. Que no aceptamos que se sufrague un acto religioso de unos con el dinero de todos,
2. Que debe responder a la justicia por el encubrimiento de los casos de pederastia de sacerdotes de su Iglesia, y que
3. Que su "moral cristiana" del siglo XVII que viene a traernos a Madrid está a años luz de la sociedad española y europea del siglo XXI.

Por todo esto: NO A LA VISITA DEL PAPA A MADRID.

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